“Se te van acabar las lágrimas, lo que no se tiene que acabar es la rabia, esa sed de justicia porque el día que eso se acabe, hasta ahí vas a llegar; y nuestras hijas se merecen justicia”.
Petit comité

Las tres muertes

“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo.”
(Elie Wiesel)


Para Marisela Escobedo su vida se transformó por completo y sufrió su primera muerte
cuando en agosto de 2008 su hija, Rubí Marisol Frayre fue asesinada en Ciudad Juárez,
entonces sucedió lo impensable, Marisela tendría que buscar los restos y al asesino de su
hija y la justicia por cada rincón de Chihuahua.

Marisela estaba convencida de que su hija había sido víctima de asesinato por parte de su
pareja Sergio Rafael Barraza, con quien Rubí tenía una hijo. Al principio, la justicia estaba
tomando el camino equivocado, estaban creyendo la versión de que Rubí habría escapado
con otro hombre y que había abandonado a su familia, sin embargo, Marisela comenzó a
través de marchas y manifestaciones a ejercer presión sobre el Ministerio Público para que
interrogaran a Sergio y pudieran saber qué había pasado con su hija.


La tragedia se confirmó, Sergio se declaró culpable por asesinato y señaló donde estaban
los restos de Rubí, lo que parecía una luz diminuta se convirtió en la segunda muerte de
Marisela, la justicia de Chihuahua tenía la confesión del delito de Sergio, tenía las pruebas
certeras de que Sergio había abandonado los restos de Rubí en un basurero porcino y aún
así decidieron absolverlo del delito y dejarlo en libertad… lo impensable sucedió… la justicia
había fallado de manera vergonzosa… sigue sin haber palabras que puedan describir la
vergüenza de esta decisión.


Y fue cuando Marisela se topó con la realidad, si quería que la muerte de su hija Rubí no
quedara impune, debía ella misma buscar la justicia. Y así, comenzó el sonido
ensordecedor de lo que sucede todos los días en México, la impunidad. Sergio al haber sido
exonerado del delito, se había ido de Chihuahua y aunque para Marisela no fue
impedimento para buscarlo por todo el país, para el estado Chihuahuense sí. Hasta que
Marisela lo ubicó en Zacatecas, pero Sergio ya pertenecía a una célula delictiva de los
Zetas, así que ya no era tan sencilla la operación. En coordinación con la policía estatal
zacatecana rodearon la casa en donde se encontraba para aprehenderlo pero sobornó a la
policía y pudo escapar, una vez más… ¿qué sientes al leer esto? Imagina lo que sintió una
vez más Marisela…
Marisela comenzó a tener amenazas de muerte, atentaron contra ella y entonces decidió
hacer un plantón frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, el entonces Gobernador
César Duarte se negaba a dar declaraciones sobre el caso e indignado evadía toda
responsabilidad, hasta que el 8 de diciembre de 2010 un hombre se acercó a Marisela
mientras ella ponía unos carteles de reclamo y la asesinó a sangre fría… irremediablemente
estaba sucediendo la tercera muerte de Marisela Escobedo.
Ya nada podía hacerse, Marisela Escobedo estaba muerta y su familia ya había sido
desplazada a Estados Unidos por seguridad, Sergio Barraza era un capo mediano de los
Zetas y el asesino de Marisela había sido detenido pero a los meses de declarar que él no
la había asesinado, fue estrangulado en su celda… ya no sólo Rubí era una víctima del
Estado, sino que su madre y sus hermanos ya lo eran también. Sergio nunca pagó por
ningún delito ante la justicia, murió en un enfrentamiento en Zacatecas y César Duarte
nunca ofreció disculpas públicas por haber sido tan indolente y negligente en este caso.
¿Por qué te estoy narrando esto? Porque a quince años de la muerte de Rubí y a diez de
Marisela, seguimos fallando.
Jazmín cumplió 18 años y se enlistó en la Universidad Politécnica de Tlaxcala, el 2 de
agosto desapareció en la parada Universidad de Zacatelco, sin dejar ningún rastro,
originaria de San Lorenzo Almecatla logró movilizar a su familia, vecinos y amigos en su
búsqueda, el 9 de agosto la familia seguía sin tener ninguna respuesta del Estado, al día
siguiente se encontró el cuerpo de una joven en Santo Toribio Xicohtzinco y el 15 de agosto
en la madrugada se confirmó el horror, Jazmín había sido asesinada y abandonada en un
paraje, su cuerpo correspondía al de la mujer encontrada en días anteriores.
La familia sigue sin entender qué y por qué sucedió esta tragedia, pero parece que la
indolencia del Poder Estatal continúa arraigado al sistema que nos sigue lacerando día con
día, nos seguimos proclamando el Estado más seguro del país, continuamos con la mentira
de que nada sucede en el Estado y que la seguridad es cosa que no compete.
La cifra es clara, la tasa de feminicidios es constante, al menos hay uno por mes en el
Estado. No podemos seguir fallando, no podemos seguir teniendo familias rotas y seguir
con la simulación que nos tiene en este punto.
¡Queremos justicia para Jazmín! ¡Queremos que la familia encuentre por lo menos un poco
de consuelo en la impartición de justicia! ¡Queremos programas y estudios ejemplares que
puedan detener los feminicidios en Tlaxcala! La familia de Jazmín no debe morir tres veces
como Marisela, nadie debe tener que reconocer a su hija en estado de descomposición,
nadie debe llorar bajo la inclemencia de la inseguridad y la negligencia del Estado.
Dejemos de ver las cifras como menores, una que falte, es una familia rota, una madre, hija,
sobrina, nieta, hermana, novia y amiga menos… que el privilegio no nos siga consumiendo
en creer que mañana no podremos ser nosotras. ¡Que el silencio de la comodidad no nos
siga desapareciendo!
Y para terminar, Jazmín, tu familia buscándote ha sido la piedra que ha roto el techo de
cristal en el Estado, perdónanos por fallarte…
Mariana Román

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