
CLARA-MENTE tenemos que hablar
“Ismena: Piensa además que, ante todo, que somos mujeres, y que, como tales, no podemos luchar contra los hombres; y luego, que estamos sometidas a gentes más poderosas que nosotras”. -Sòfocles en Antìgona, 441 a.C.
Clara-mente ni Shakira sabía que la sumisión a su pareja le traería botes de mermelada vacíos y la cama ocupada, bastaba con oirla en entrevistas; “Piqué es territorial y celoso. Le gusta tenerlo todo bajo control. Gerard no me deja hacer videos con hombres, es una persona muy conservadora…” Y es que, el síndrome de Shakira ejemplifica a la perfección como mujeres de éxito incuestionable apuestan por la sumisión e infravaloración en sus relaciones personales, la necesidad constante de tener un hombre a su lado que las controlen y les fijen límites en sus carreras, en sus vidas y en sus decisiones. Lo peor, Shakira no ha sido ni es la única.
A la mayoría de hombres tener una mujer exitosa, predominante, poderosa e independiente personal, profesional y económicamente siempre les va a suponer una montaña de inseguridades. Porque siempre se ha establecido el rol de la supremacía masculina sobre nosotras, sobre nuestros intereses, nuestros gustos y nuestras aspiraciones.
Porque siempre se nos ha impuesto tener por maridos a hombres mucho más sobresalientes que nosotras, nunca nos han educado por estar un escalón arriba de ellos…
Las mujeres exitosas siempre se guardan u opacan para no colapsar a sus esposos, porque ninguna mujer está educada para ser superior a su pareja.
Y lo peor, nos han educado tanto a su favor, que no les basta, ahora vienen a imponer como debemos debatir, sufrir y desahogar nuestros despachos, nuestros duelos y nuestras tristezas, nos convierten en Antígonas, que con una tiranía incesante nos prohiben nuestro Derecho natural más primitivo, ser un ser humano que siente, que sufre, que llora.
Hasta hace un par de años Miley Cyrus era, injustamente, víctima de la mirada masculina lasciva, pero es que eso lo vivía hasta en su propia casa, su ex esposo, un actor mediocre, le dictaba las reglas que ella tenía que obedecer: “deja de vestirte como alguien que no sabe comportarse”, y ella, obediente, cambió la bola de demolición y los shorts diminutos por votos en una boda íntima y por vestidos largos que le suponían un “younger now”. Ahora, ella libre, escribe un himno colosal al amor propio, y con una melodía impactante nos pone a cantar que somos capaces de comprarnos flores, de escribir nuestros nombres en la arena y de hablar con nosotras mismas por horas.
Por otro lado, Shakira, se debate entre si lo que hizo con su canción, fue correcto o no.
Porque por supuesto, Shakira no es más que una dolida y despechada; se le ha cuestionado tanto, que la han juzgado de irresponsable por no cuidar la salud mental de sus pequeños hijos, como si estos no tuvieran un padre irresponsable que está con una mujer casi 15 años menor que él, pero claro, la mujer debe siempre salvaguardar el bienestar de los niños, porque nacimos para ser madres y para ser las bien portadas, las que no gritan ni lloran en voz alta. Hasta ahorita, nadie se ha atrevido a preguntarse qué pasa con los hijos de Dani Alves, quien está en prisión preventiva por violación agravada, al contrario, han orillado a la víctima a renunciar a la compensación económica que por derecho le pertenece, por el miedo a que su acusación sea desestimada, porque para la mirada misógina, no es más que una oportunista estafadora.
Les molestó tanto ver a una Rihanna embarazada en el Half-time que no se cansaron de criticarla, como si su espectáculo no hubiera estado mejor que el de Maroon 5 o The Weekend, pero claro, mujer y embarazada, mala combinación para los que exigían la rutina obligada para las mujeres en shows: ropa diminuta, movimientos sensuales e insinuaciones que les tuvieran los sentidos al máximo.
Las mujeres por obligación han tenido que ceder para ser madres obstinadas, esposas al margen de lo permitido y mujeres decentes y prudentes, pero cuando eso no sucede así, el juicio misógino nos lleva al sendero de la ridiculización y menosprecio.
Y justo ahora, las mujeres debemos estar en la lucha constante de no cortarnos las alas para que un hombre nos lleve en los hombros, porque clara-mente podemos volar y volar más alto de lo que siempre nos han permitido o dicho que podemos hacerlo.
Volemos, volemos juntas, te abrazo, Mariana Román

